Hay muchas cosas en esta cocina, botes de leche de soya, almendras, nueces, frascos con orégano y albahaca, semillas de calabaza, quinoa, linaza, chia. 

Toda esa variedad de cosas es inversamente proporcional a mis ganas de cocinar, de decidirme a preparar un plato buenísimo de la nueva cocina vegetariana, un queso vegano o un chile en nogada sin chile y sin nogada. 

Ver todos estos objetos ahí, cubriéndose de polvo hoy que limpiaré mañana, me hace sentir más sola de lo que ya estaba antes de entrar en la cocina pero aquí la sensación se refuerza porque no sé a qué se debe pero me viene por pensar que desaparezco y que alguien vendrá a tirar a la basura todas estas cosas que un día pensé necesarias o importantes para la realización de mis platillos culinarios domésticos. 

Alguien vendrá a meter en bolsas negras mis frascos tan bien lavados y sacudidos, moverá la cabeza de lado a lado y se preguntará a qué podían servir estas cosas, como esos frascos de chiles con vinagre que nunca he abierto pero tengo ahí que algún día me servirán para algo, no sé a qué. 

Estoy preparando la cena, él tiene 6 años menos que yo y es iracundo, es alguien con  quien no puedo hablar de nada si no de lo que él quiere y cuando quiere. Tengo incluso ansias de pregu tal qué quiere cenar, me rompe el corazón cada que me contesta mal o que de plano no contesta y eso es tan feo, es tan feo que yo lo permita y que no acabe con esta situación porque seamos honestos, debería acabarse una situación del tipo donde uno de los dos tiene miedo de preguntarle al otro qué quieres cenar porque el otro contestará de mal modo, y el que prepara siempre la comida se sentirá de mierda, así cada dia hasta que la muerte los separe. DISCLAIMER. Nos referimos a la muerte del amor, que cuando se acabe no habrá fuerza que lo evite y todos los frascos se irán a la basura.


Comentarios

Entradas populares