Ella

Vivía  en una casa enorme enmedio del valle, alrededor las montañas no permitían el paso de la luz, por eso su color era tan claro, pero no ese blanco de la piel de los que son así  aunque vivan en el trópico, era pálida  a pesar de ser morena. Quiso la casualidad que nadie fincara  cerca de su casa y así estaba sola enmedio de toda esa naturaleza que en realidad, odiaba. No es que la hubiera odiado desde siempre, es que de tanto estar ahí  se sentía  prisionera, al principio no fue así  y solía dar largas caminatas incluso en los días  más  fríos, cuando la tierra se congelaba y los dedos de los pies se le ponían  morados y dolían, con la vejez dejó  de  salir. Por suerte no faltó quien pasaba cada semana vendiendo de todo un poco, de vez en cuando les ofrecía  un té, galletas o un emparedado y la gente se detenía  a hablar con ella, le contaban que en los pueblos había muchos cambios y que sería  bueno que ella bajará a vivir a uno de ellos, corría  la voz de que justo en donde estaba su casa el gobierno había  decidido construir. Pero qué  va  a construir aquí  enmedio de la nada, no no, son habladurías de la gente, de aquí no me saca nadie.

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