¡Auxilio! ¡auxilio! Gritaba desde su gris celda, la princesa cabeza dura. Ese cerebro suyo le hacia muchas jugadas, no la dejaba dormir y la hacía comer demasiado. Pasaba más tiempo del necesario viendose al espejo, como si de tanto mirarse de un momento al otro pudiera volverse bella. Un día decidió cambiar las reglas del juego y no dejarlo pensar más, al parecer la cosa había funcionado porque no recordaba nada de ese periodo de su vida, el problema fue que no pudo twner en letargo al mentado cerebro por tanto tiempo y el miy maldito volvió y con más fuerza que nunca, la despertaba por las noches y le traía recuerdo a de cuando estaban ella y él solos, agarrados de la mano, tirados por el piso, mueetos de la risa de cuánto eran estúpidos los demás.

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