La historia es algo conmovedora y espeluznante, estaba a punto de casarse, vestido blanco, invitaciones repartidas, a una semana de la ceremonia cuando llegò su hermano mayor, Jacinto, y le dijo: Tù no te casas con ese desgraciado, lo acabo de ver en el lupanar del pueblo. Rita sintiò que el piso se le hundìa, su cuerpo respondiò y el vòmito contínuo no se hizo esperar, luego como siempre que algo iba mal le llegò el dolor de cabeza, sus padres le pusieron chiquiadores en la frente y la encerraron en el cuarto de los dolores, donde no entraba ni un rayito de luz ni el sonido del barullo propio de la casa.
Ahì estuvo Rita hasta que llegò su prometido con flores y chocolates, entonces ella se levantò sòlo para romper las flores a golpes sobre la cara del capitàn, Rubencio Esparza, que aunque joven era ya capitàn del barco màs grande del ejèrcito mexicano en Veracruz. Los padres una vez màs intervinieron y le dijeron al joven Rubencio que se largara de la casa, que lo que habìa hecho no tenìa nombre, Rubencio no pudo ni decir que esa noche en la que fue al lupanar, fue arrastrado por su grupo de flota para la famosa despedida, se fue llorando porque amaba a Rita como nunca se hubiera podido imaginar que se amara, pero orgulloso y tambièn herido, se fue.
Nunca màs la familia Rascòn volviò a escuchar de Rubencio Esparza, ni de su familia, desaparecieron de puerto de Veracruz como desaparecen las cosas que ya no queremos ver.
Rita por su parte fue traìda a Puebla a pasar las fiestas de navidad con sus primas.
Deprimida y humillada Rita pasò sus primeros dìas encerrada hasta que la prima Teresa la obligò a vestirse y a ir a la primera posada del barrio, Rita se quedò viendo a sus primas bailar hasta que un hombre se le acercò y le pidiò bailar con ella, bailaron juntos hasta que èl la acompañò a la casa de sus primas. Rita no se hizo mucha esperanza porque sabìa que su casa era en Veracruz y este hombre, bien vestido, joyero, con aire de Pedro Infante, no dejarìa Puebla por seguirla hasta el puerto. Al otro dìa le llegò un ramo de flores y el ofrecimiento para ir a tomarse un helado al parque, èl le pagò un barquillo sencillo y le pidiò su direcciòn, "para cartearnos" le dijo. Luego la llevò a su casa y se fue.
Ya en Veracruz, Rita recibiò dos cartas de Leo, en la primera le contaba que no podìa dejar de pensar en ella, en la segunda le dijo que si ella le decìa que sì, tomaba el primer tren para ir a pedirla y casarse inmediatamente. A Rita le gustò que fuera derecho y simple...


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