Te busqué entre los pliegues de mi ropa, en las cajas vacías y entre las últimas líneas de mi libreta.
te busqué después en la música que nunca escribiste para mí
tampoco estabas ahí
era como si te hubiera tragado el mundo, el mundo ese tan lejano para mí.
Ya casi para despertar estiré mi mano buscando tu cuerpo tibio cerca, tal vez habías decidido regresar, Pero sólo encontré el frío de la madrugada y el silencio de la ausencia de tu respiración.
No me quedaba nada más que esperar.
Me preparé un cafè y te busqué en los residuos, en el bote de azúcar, en las páginas web a las que solías entrar mientras bebíamos el café de la mañana, en los comics del periódico, entre las flores del jardín. Y fue mientras estaba ahí, tirada de panza buscando entre la hierba, que llegó el gato felicidad, con algo entre los bigotes, ahí estabas como una estrella de cielo, brillante, pequeña, eterna...


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