linda princesa

Dulce princesa un día te despiertas por el ruido que sale del otro lado del lecho nupcial...
Es el príncipe azul que ronca, te giras, tratas de acomodar tu suave abdomen que ahora es tres veces más grande de lo habitual, lo acaricias y le mandas un beso.
Príncipe se despierta y te dice que lo dejes dormir, que le molesta esa costumbre tuya de hablar sola, ¿Con quién hablas? ¿No te basto yo?
No contestas, le acaricias el pelo y le dices que no lo volverás a hacer, èl se voltea y en cinco segundos se duerme, empieza otra vez a roncar.
Te imaginas corriendo por el bosque, jugando con tus amigos animales a los que no has visto desde la boda, les han prohibido entrar al jardín del palacio, lloras en el baño de la falta que te hacen, esperas con toda tu alma que príncipe no salga de cacería y te traiga un día a tu amigo venado, a tu amigo buho, a tu amigo conejo, despellejados y listos para la cena.
Llega el alba y con ella príncipe se despierta, se levanta algo contrariado y comienza la letanía de que eres una buena para nada, pero es tan educado que lo dice sin decir, te habla de su antigua novia, la princesa de los reinos del este, te cuenta de las costumbres de la realeza, cosa que tú, finalmente siempre doncella y plebeya de sangre, jamás entenderás.
Esperas que deje la habitación para levantarte.
¿Qué esperabas de un príncipe?
le dices a la imagen en el espejo,
¿Amor eterno para siempre?
Te tocas el vientre, ese será tu amor eterno para siempre.


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