tres minutos.

- No necesitabas decirlo, ya lo sabía, me lo podía leer en tus ojos de aguamiel.
- Aguamiel... si algún día decides cambiar algo de tí, cambia esas frases tontas, ¿Qué podías leer en mis ojos?
- Tu ira, todas esas cosas que hasta ahora dices, cuando ya hemos pasado tantas veces por momentos como este. Otra vez me haces una escena por algo sin sentido, por tí dejé de comer con los dedos, dejé mis jeans rotos y mis zapatos descosidos. Y no me has dado mucho en cambio, sólo esta sensación de ser engañada una y otra vez.
- Yo no te engañé, era un juego y si te gustó creerlo, es muy tu pedo, neta. No eras feliz, y siempre atrás de esa cosa para sentirte feliz, probando de todo así sin preguntar, abriendo la boca, tomando pastillas, gotas, fumando sin pensar que la peste se te metería en los poros, en el pelo, que te atraparía ¿Y ahora he de llegar yo con lo poco que me has dejado a limpiar tus restos? Ahora te jodes y te soplas a la tipa redundante, a la histérica, a tí mismo queriendo escapar a través de la ventana, como antes y como siempre, como cuando te regañaban en la escuela por estar mirando las nubes y las formas, clavándote agujitas en los dedos.
- Eso es lo que extraño, escaparme por las ventanas y mirar las formas de las nubes, encontrar caritas en cada azulejo del baño y dejarme caer en el pasto del parque. Y tú no ayudaste, me entregaste al lobo, pinche lobo que me va comiendo por dentro. Si me dejaras de vez en cuando salir...
- Si te quieres ir puedes irte cuando quieras, nomás yo no te cuido cuando regreses otra vez hecha mierda, nomás no vengas a curarte las heridas con charanda y caña.
- Era bien chido, charanda y cañita, azoteas, tiendas de borrachos y parques abandonados... 
- Era bien chido, pero te bajaste de la barda, te dejaste agarrar por el miedo, te gusta llamarle lobo al miedo, pinche miedo cabrón que pudo más que tú.



Comentarios

Entradas populares