las circunstancias

las circunstancias hicieron que en vez de girar a la derecha me fuera por el lado izquierdo de la calle, la verdad es que yo quería irme por el lado derecho, era algo así como la calle bien iluminada y con macetas en las ventanas, una de esas imágenes que te encuentras en los hoteles impersonales de todo el mundo, sabes? casi que la misma vista que puedes admirar si abres la ventana.
Entonces yo decido girar e irme por la calle de la izquierda, que no parecía así de bonita, era más bien una calle equis, una de esas calles que pocos quieren transitar y por lo consiguiente, es más fácil caminarla y también prenderse un cigarrillo, porqué no? y es también más fácil adentrarse en sus pensamientos de uno que para eso sirve la soledad.
A decir verdad uno se va a acostumbrando a encontrar la belleza aun en las circunstancias más graves, cuando alrededor por ejemplo, la belleza resulta abrumadora, el contraste con nuestro interior (si somos un poco críticos, diría) puede ser un shock, no siempre se puede encontrar un equilibrio con quien somos y quién se supone que debemos ser, a mí nadie me conocía, era difícil abrir mi cajita de secretos enfrente de la gente, la mayoría de ellos parecían dispuestos a comerte, a acabarte por completo como los gusanos que recuerdo mi madre decía que si te comías la tierra te podían crecer en la panza, te comías los huevecillos y éstos, después del periodo de incubación, se volvían gusanos que se comían todo lo que tú comías y así el bistek de la comida acababa haciendo crecer al gusano y tú ya no crecías, así estas personas, parecía que lo único que esperaban era comerte de adentro por fuera con las palabras y de afuera hacia adentro con la presencia, era algo estremecedor y honestamente daba mucho miedo, por eso uno se había acostumbrado a estar solo, así que nadie te podía comer, sólo tus propios pensamientos, fue así que un día pensando en que no quería que mis propios pensamientos me comieran, conocí finalmente a artur

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