campeón, no campeón...

La selección de futbol sub-17 ganó ayer por segunda vez en la historia, la copa del mundo.

En cualquier parte del mundo la gente se dedicaría a festejar sin hacer tanto problema, a estar contentos y a tomar a los chicos como ejemplo para las nuevas generaciones y claro, también para las viejas.

A fin de cuentas, es sólo futbol.

¿Pero qué pasa en México?

Inmediatamente salen las voces que dicen: bueno, no debemos olvidar que SIEMPRE PERDEMOS. Otros más dirán: Ahora todos se van a colgar del triunfo de estos chavitos, nada más ganaron ellos, acuérdense, ustedes siguen siendo los mismos mediocres de siempre.

Al parecer como pueblo sólo nos podemos unir en las desgracias, en el dolor y en esas cosas, entonces sí, ahí nadie dice nada.

Puede ser, tal vez, que no estamos realmente acostumbrados a ganar, y digo como pueblo, porque no veo a los españoles crucificándose por haber ganado un mundial, o a los alemanes, italianos, etc.

Ahora todos empiezan a hacer su análisis y a mencionar que dentro de algunos años estos chicos que hoy son un gran talento, se perderán cegados por la fama, que no van a pasar de llamarada de petate... ¿Será el efecto "cubeta llena de cangrejos"?

Analizar la situación del país a todos les parece un asunto espinoso, algunos se proclaman apolíticos, otros dicen que como sea no van a cambiar las cosas, la cuestión con el futbol es que como sólo es eso, futbol, pues entonces todos hablan, todos saben cómo es la política interna del mismo, sin darse cuenta de que el microcosmo futbolístico refleja la realidad de un país que no termina por tener identidad real, donde todos se tiran unos a otros, donde la desgracia nos une y los triunfos nos separan...

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