es que los viernes...

cada viernes a eso de las 7 de la noche, sucede la transformación...
primero vuelan los zapatos y finalmente siento la hierba fresca bajo mis patas, se caen las ropas pesadas que estorban a mis movimientos,
camino como lo que soy, felino.
me doy una buena estirada y le canto a la noche o a la luna o a lo que sea que haya en la oscuridad sobre de mí.
abrazo, juego y ronroneo con mis amigos gatos, somos un buen clan nosotros los gatos, ponemos música y preparamos comida que nos gusta, cuando escuchamos que alguien toca a la puerta nos escondemos en algún rincón, nadie abrirá, no estamos. Lo mismo con el teléfono, nadie puede responder así que lo dejamos sonar y sonar... Nos tiramos de panza a tomar el sol, nos bañamos por horas y perseguimos a nuestra sombra hasta caer dormidos y despertamos cuando hemos dormido lo suficiente.
El domingo otra vez tengo que ponerme mi disfraz de humano, alguien tiene que pagar las cuentas y ese soy yo, camino otra vez ridiculamente en dos patas, y pierdo mi sonrisa gatuna para sonreír así, con esa sonrisa falsa de persona.

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