cuento

Era un pequeñito asì, tan pequeño que cuando se enojaba lo ùnico que podìa hacer era darme pequeñas pataditas con sus pequeños pies, un dìa me hartó y lo metí en un frasco de mayonesa, lo tenía en la cocina entre los otros frascos y cada mañana le daba de comer un pedazo de pan para tenerlo tranquilo, algunas noches lo dejaba salir a caminar, para que se estirara y no se me muriera, era lindo este pequeño. Un día se enteró de mi secreto y encontró el modo de hacerme llorar, lo utilizaba a cada rato, sobretodo cuando me veía feliz asì que empezó a aburrirme todo ese llanto, además ya le había pedido que no fuera malo conmigo, que yo lo tenìa en el frasquito para que no lo pisaran por las calles, que ahì estaba bien... hasta le dejaba ver la tele y dormir conmigo de vez en cuando! Pero no lo entendió y seguía siendo grosero y dàndome patadas cuando me descuidaba, el colmo fue una vez que lo dejé dormir conmigo y no sè còmo de repente despierto y ya me tenía amarradas las manos y los pies, reìa desde el burò y cargaba unas tijeras apenas 5 cm màs pequeñas que él.
Ahora pagarás, gritó furioso y cayó sobre mi panza. Afortunadamente no es muy fuerte y tratando de hacerme daño sólo me arañó y cortó la cuerda de una mano. Fue suficiente para poder atraparlo y encerrarlo de nuevo en su frasco, no me habló por días y me aburrió enormemente su silencio, me acordé que cuando niña cuando uno de los peces moría lo dejábamos caer en la taza del baño para que se reuniera con sus amigos peces en el océano, seguramente que a mi pequeño esto le gustaría así que jalé la cadena y lo vi girar y girar ...

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