febrero 2016

Cada febrero es un recordatorio de cuánto la vida es frágil, de como todos los planes que tenemos o las esperanzas y todos esos caminos que esperamos recorrer pueden desaparecer de la noche a la mañana.
Este febrero es especial porque llego a tener más o menos la edad que él tenía cuando murió, tuvo un camino bien diferente al mío, creo que yo no hubiera podido vivir de la forma en la que él vivió, pero a veces como en días como hoy me doy cuenta que no me conozco para nada, y siento que estoy de más en cualquier lugar en el que me encuentre. Eso permanece totalmente intocable desde que él se fue. Recuerdo que le decía a dios que debió llevarse a alguien que no fuera importante para nadie, en cambio él era importante para mi mamá, para mis hermanos, para su mamá, no creo sinceramente que fuera importante para nadie más, pero esas cinco personas a las que les era importante sufrieron mucho su ausencia, ahora mismo en alguna parte de sí mismos seguirán sintiendo su ausencia, justo como yo la estoy sintiendo.
Ayer vi una cosa que en realidad si él fuera de otro modo a mí no me hubiera hecho ningún ruido, pero entrando en su lógica me preguntaba cuál era la situación entre ellos dos, la respuesta a mi pregunta fue su gran furia una vez más, gran furia y yo que en cada célula tengo miedo de las grandes furias, a veces me pregunto cuándo despertará esa que yo sé que existe y caminará sobre sus pasos. Todos esos sueños de la tristeza de estar sola no son porque no quiero estar sola, son porque estoy sola, tipo que ayer quería platicar con mi mamá y me mandó a la mierda, porque está harta de limpiar las mierdas de mis gatos, luego aquí estoy siempre como en esta especie de no estar en ninguna parte, y por alguna extraña razón me dejo llevar por el papel, esta representación de mí misma que no recuerda en dónde está su fortaleza.
No es la primera vez que pasa, es frustrante no poder hablar para nada con él, nada, ni una puta palabra. nada.

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