continuación de lo invisible.wp

Señor, le juro que yo quiero estar en medio de la gente y sonreír, quiero entender sus palabras y sobretodo, estar de acuerdo con lo que dicen.
Claro, lo sé que en tantas ocasiones soy yo la que evito el contacto con los humanos, lo sé que más de una vez me he negado a ir a fiestas y a reuniones, y sé también que lo volvería  a hacer, es que nada más recordar su mirada, ese modo que tienen de mirarte en todas partes menos en los ojos, y al final de su recorrido por tu persona, ese dejo de desprecio que nunca, jamás entenderé. Lo sé, empiezo mal si desde el principio me niego a participar, pero después de la mirada está ese silencio incómodo y por más que quiero seguir sus conversaciones no tengo nada qué decir, lo peor es cuando abro la boca e intento decir algo que suene agradable, otra vez la mirada y otra vez la sensación de que yo definitivamente no pertenezco a este lugar.
Cuando empezó la cosa con internet me sentí tranquila porque así podía platicar con algunas personas sin sufrir el primer impacto visual, además la gente en forma virtual era buena, tal vez es que yo era buena de esta forma, los primeros años fueron maravillosos y podría decir que me sentía otra vez un ente social, que le dicen, pero después de algunos años esto se volvió como las calles o como los bares, ahora podemos vernos y dar nuestra opinión de lo que vemos, no sólo está el hecho de tener que escuchar cosas que no entendemos, también debemos leer cosas insulsas como ahora mismo usted lo estás haciendo, menos mal que soy invisible, menos mal que descubrí el secreto de la desaparición social.


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