no es que le interese tanto...

A veces  abría los ojos, miraba al espejo y veía eso que no quería ver.
A veces todo era muy pesado como canción de su adolescencia o como esa mancha obscura que tenía mucho tiempo sin ver por que cada vez que la sentía llegar se daba la vuelta y escapaba.
Ahora era tan grande que el juego de cerrar los ojos, correr y brincar a otra parte era imposible , tan imposible  como volver a esa sensación de casi seguridad al abrir la puerta de SU casa, abrir la puerta de su mundo, sentarse sobre el piso frío y comer algo bueno para luego bailar hasta cansarse,
esos días pertenecían a un mundo imposible, lejano.
Nunca un mundo fue más ajeno, más frío, más hostil, más alcohólico, más sexista y más vacío a la vez
Nunca se sintió más frío, más hostil, más alcohólico, más sexista y más vacío a la vez,
tal vez por que cuando estaba solo no era vacío.
Nunca era una palabra que no le gustaba, sin embargo ahora nunca sonaba tan fuerte en su cabeza, nunca hubiera querido ver su cabello rizado desordenado caer sobre los hombros delgados y pálidos, nunca hubiera querido escuchar su risa y seguir sus pasos mientras jugaban a descubrir figuras en las paredes, nunca hubiera querido desnudarse y luego desnudarla, nunca hubiera querido sentir el calor de esa carne frágil, nunca hubiera querido descubrir que era no sólo frágil de carne, que su mente estaba tomada por cientos de fantasmas y que cada día tendría que enfrentar uno nuevo si quería seguir viendo ese cabello, escuchar esa risa y sentir esa carne.
La verdad es que ahora mismo todos esos nuncas podría volver a vivirlos
si tan sólo ella no le hubiera provocado ese hueco enmedio del pecho, dicen que sólo una mujer o sólo un hombre o sólo una cosa puede provocar esa pasión  y que nada la hará desaparecer, no hay cura, estando con ella o sin ella, como canción de los ochentas, su dolor seguiría hasta que la muerte se lo llevara.
(nunca quiso estar sentado enfrente de alguien que no le provocaba nada, con quien no podía compartir nada que no fuera una tremenda soledad, sabía el porqué había aceptado estar con él y era como si no le interesara tanto, era como al menos cubrir el protocolo de estar con alguien, -quien fuera- para después poderse dedicar a sus pasiones íntimas, una de las cuales tenía que ver con tener dinero y la comodidad de no hacer gran cosa, la verdad sus pasiones íntimas no eran tan interesantes, se volvían sosas y estúpidas, pero podría decirse que a este punto de la historia de la humanidad toda pasión íntima era una gran y reverenda estupidez, la gente había perdido las ganas de hacer algo que no fuera tener muchos likes en una puta página estúpida de internet y tener mucho dinero que también de paso daba poder y fama, la intimidad y las pasiones no tenían sentido, podría haber muchos poetas y cantantes, artistas y cosas así, gente que hiciera cosas que no fueran coser con sus propios pelos o escupir en una tela, cosas que te hicieran sentir algo y/o a lo mejor, pensar, lo cual en este tiempo parecía estar prohibido porque para eso había programas de televisión que pensaban por uno, si querías saber qué pensabas de política, pues te veías un programa de política, si querías saber qué  pensabas del amor pues veías un programa del amor, o de sexo, o de futból o de filosofía, aunque ya nadie se acuerda que existe y si alguien la menciona los otros se ríen de eso y uno se queda pensando mirando hacia el infinito y dice, coño, era bien chido tener alguien con quien filosofar y no sólo hablar de cosas tan vacías y en ese momento uno se siente un gran pendejo por estar a pensar eso de que uno no es vacío cuando tal vez sea bien vacío y debería ponerse a platicar también de esas cosas que a fin de cuentas a uno le parecen vacías, de tan vacías que no vienen a la mente así como para describirlas).
Si tan sólo pudiera verla una vez más, caminar junto a ella y tomarla de la mano, en un día de agosto bien nublado en la sierra, tomarse unos licores en alguna de las cantinas del pueblo para luego bajar al zócalo y cantar, hacer que jugaban futból con los niños del pueblo y luego volver a la cantina, cantar otra vez junto a los músicos y cuando ellos preguntaran: "¿Oiga, la señorita es su esposa?" no contestar lo que ese día contestó, no voltear a ver esa cara siempre pálida con el labial corrido y las pestañas negras de muñeca fea y decir "no joven, cuando me case será con una niña bien". Es que la respuesta no sabe de dónde salió pero tal vez era broma, era broma, ¿Verdad que era broma? también era broma cuando ella salió corriendo de la cantina y se resbaló en las piedras mojadas y rodó por la calle sin parar hasta que la detuvo el auto allá abajo, era broma cuando la trató de levantar pero no pudo, era muy delgada pero él lo era más.
Era broma mientras volvían a la ciudad, ella en la parte de atrás y él como entre sueños, viendo como aparecían los árboles y las piedras de la montaña por entre la neblina.
Ya nadie se acuerda de eso, le decía su compañero de la universidad ahora padre de dos hijos también ya casi universitarios, ya pasaron muchos años, si te tiene hasta la madre Europa deberías volver a México.
Pero no podía ni quería estar ahí, aunque se moría de ganas de volver y de hablar su lengua y de beber su cerveza y de contar sus chistes y mirar a los otros y decir, "ya ni la chingan deveras"
nunca un mundo fue más hostil, más pendejo y más vacío que este.




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