¿Cómo se puede?

¿Cómo se puede decir quién está arriba de quién basándose en el color de la piel y por el lugar de nacimiento?
¿Cómo basar la opinión sobre este tipo de cosas, cómo no leí entre líneas, cómo no escuché los consejos de mi perra yo, que ya sabía?
Adela me aconseja desde el otro lado de la línea mientras Javier me cuenta de su última historia triste, yo desde el techo veo el reflejo de su silueta, será triste al final, como lo fue al inicio, como lo es esta continuación de esta especie de necesidades, de mis soledades unidas a sus deseos y egoísmos, lo divertido de la historia es que desde el otro lado del espejo Mariana, ósea yo, sonrío.
Mañana vendrá mi madre y tendré que decirle que todo está bien, cubriré los golpes con maquillaje y sonreiré mientras preparo la cena y escucho los últimos chismes de familia, mi mente estará en otra parte, para reír de sus bromas me burlo de ellos con mi amiga imaginaria, son tan ridículos con sus frases prefabricadas, con sus opiniones de comentarista barato de televisión, qué ganas de una cerveza a las tres de la mañana y luego abrazarlo una vez más, pero eso no pasará porque en su universo no existen las mujeres como yo, porque en mi universo las puertas están cerradas, porque si coincidimos fue por tan corto tiempo que se me hace un nudo en la garganta al pensar todas las veces que no lo besé, pero sonrío al recordar nuestros pasos de baile.

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