Es bueno tener un refugio, un lugar donde cubrirse de la lluvia y tener las pocas pertenencias a salvo. Es tan bueno como tener un gran amigo con quien poder hablar de todo y no tener que explicar nada.
Y así de bueno como es el tiempo que dicen cura todo, es bueno el instante que parece no terminar pero sabemos se va acabando, es bueno para mí.

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Hace ya tanto que no me miraba las heridas al espejo, mi herida abierta y dentro esta vez no había sangre ni carne, ni grasa pegada a la piel que se va abriendo como pequeño animal expuesto en los mataderos, no había nada, ni la luz que dicen tenemos dentro, ni aire, una especie de papel rasgado sin modo de cicatrizar. Mirando este vacío quise empezar de nuevo, tirar a la basura todos los escritos y con ellos esas neuronas que almacenaban la información sin conciencia del daño que causaba. Pero era como pintar sobre un lienzo usado, se miraban las pinceladas, el color ensuciaba el nuevo, las voces se iban mezclando, las frases, las emociones. Espera, las emociones eran esa herida raja en la piel ahora papel sin nada del otro lado. se podía empezar desde ahí. Simplemente llenarlo, ponerle puntitos rosas y blancos, pedacitos de hueso, semillas, tierra sin nombre ni continente, en realidad empezar de cero. Volverme esa eva primigenia sin pasado y sin herencia, no caer bajo el embrujo de la serpiente ni de la manzana.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Tú sabes cuánto amaba a Puebla, sus callecitas sucias y sus muros empapelados, la luz de los faroles iluminando nuestras caguamas en bolsa, el olor de la cebolla de los puestos del barrio del artista, amaba la risa que rebotaba en estas pequeñas calles cuando caminábamos hacia no se sabe dónde, los pequeños secretos que nos iba revelando día a día, era nuestra y la sentía tan viva.
Pero un día se volvió trivial, cayeron del cielo de los gringos los grandes supermercados, las plazas, los multicinemas y las cadenas hoteleras que se fueron llevando consigo nuestro pasado, nuestra historia y hasta el sabor de la caña al final de la botella de charanda.
- El dia en que se murió mi ciudad abrió angelópolis.

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