Señorita realidad, sarcástica, algo bastarda.
Señorito tiempo, cabrón, pasa y pasa sin dejarme ver, como una ventana siempre cerrada.
Don destino y doña fé mientras tanto se van de vacaciones y me dejan sentado en mi sillón en la sala de espera del desencanto.
Tomo el teléfono y marco un número, me contesta Lunatic con su voz cantarina, me pone feliz su voz del otro lado de la línea. Con trabajo le digo que hoy fue un día algo extraño, contesta que de hace ya unos años para ella el momento que se espera es el de ir a dormir, relajarse sin nada en la cabeza.
Recuerdo palabras sabias de Saúl, la lucha por vivir comienza cada vez que nos despertamos y termina por la noche, cuando vamos a dormir.
Y es que en la noche, sin ruido, sin luces, me siento tan cómodo, como si esto fuera lo que estaba esperando de la vida, como si yo hubiera esperado algo.
Sölo me deprime un poco haber perdido esa espontaneidad que yo sé que tenía.
En algún punto me empezó a importar qué mierdas pensaban los demás, sabes? Primero la persona que estaba a mi lado, luego los otros, esos seres que veía cerca de mí y decía para mí cosas como: ¿Estaré bien peinada? ¿Lo que he dicho le molestó de alguna manera?
Y estaba bien mientras sólo me preocupaba la primera impresión, encuentros fugaces, osea, momentos que a mi real doncella le vienen valiendo madre.
La princesa que fingía ser para burlarme de los demás, se está cagando de risa mirando cómo ha logrado tragarme.

Hé aquí su trono:


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