Esperaban la hora de dormir y se metìan a la cama haciendo que uno estaba al lado del otro, ella abrazando a la ya famosa almohada japonesa con cuerpo de hombre hecho a la medida, èl con la muñeca casi real hecha a partir de la foto que le quedò como ùnico recuerdo, si no fuera por esa foto y ahora por esa muñeca, èl ya se hubiera olvidado de los detalles, cuando la muñeca le llegò por paqueterìa tomò un plumòn y le dibujò los lunares que meses antes solìa besar. Ella con su almohada no pudo hacer lo mismo, pero en su recuerdo tenìa cada poro de èl bien dibujado, el color de sus labios, la forma de sus manos y los pies, la curvatura de la espalda y la textura de la piel de su abdomen.
Dormían juntos, como antes, como siempre.




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