Señoras y señores, ahora mismo deben salir de sus casas, no pueden perder la oportunidad, sus vecinos, familiares y amigos ya estàn allà, ¿Quieren que les roben este momento màgico, que hemos preparado para ustedes?
Don Simòn no dudò màs, se levantò y tomò su sombrero de copa y sus guantes, levantò de la mecedora a doña Jacinta y le puso encima su chal, la arrastrò por las calles y asì llegaron hasta la plaza donde toda la gente estaba ya reunida en la gran fiesta a la que habìa convocado el movimiento felicidad A.C.
Desde el altavoz se escuchò decir. "Todo el pueblo està reunido, nos sentimos tan felices que no pueden mas que sentirse igual que nosotros, quiero escucharlos, ¿Estàn felices?"
Sììììììì, gritaron todos al unìsono.
Don Jacinto y su mujer iban llegando a la fiesta cuando se escucharon los primeros disparos, los cuerpos iban cayendo uno sobre otro, eso sì, todos con una gran sonrisa en la cara.

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