habìa una vez una niña boba, era bien boba y bien niña la babosa, que querìa descubrir una que otra cosa del bosque, porque le habìan dicho que andar en el bosque era bien acà, bien chido.
Tons, un dìa de mayo, porque en mayo empiezan cosas chidas, tipo casi que ya es mitad del año, el calor rico, las vacaciones, agarrò su maleta y metiò a la sazòn sus calzones rosas y su playerita, todo muy bonito porque era babosa pero le gustaban las cosas bonitas.
Y ahì va nuestra heroìna, habìa dejado atràs su casa y su tele y su programa de las diez de la noche que a fuerza debìa ver porque si no se enojaba super cañon, pero pues ahì va, dejando atràs tambièn su cafè de las seis de la tarde y su cigarro de despuès de dibujar, total, dejò sus ritos y que se va a ver què encontraba.
se encontrò bastantes chingaderas a decir verdad, pero tambièn en el camino de tanto encontrarse cosas se encontrò con una parte de ella que no conocìa, le gustò algo de eso, porque una vez sin su tele y sin su  cafè y sin su cigarro, sus ropajes de colores y todo eso, se encontrò sin nada, nada de disfraces y nada en que agarrarse, ni su estatus ni sus amigos, ni su lengua tenìa y què creen?
que se sintiò bien.
era libre de todas esas cosas
aunque, claro, seguìa siendo ella, y una vez libre de todo eso, podìa finalmente escribir libremente, sin pedos, sin problemas, de su vida o de la de los demàs.
Siempre estaba la cosa de hacerse leer, porque seamos sinceros, ¿A quièn le interesa leer? si, a nadie...
Pero còmo me divierto!


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