león

había una vez un león gordo que disfrutaba jugar con las zebras antes de matarlas, en realiad todo empezó cuando su leona favorita le llevó una zebra a la que por casualidad sólo le había mordido una pata por lo que dicha zebra podía hablar y al estar frente al león suplicó por su vida como argumentos como "ya estoy vieja, mi carne estará rancia" o "hijo mío soy tu mamá, ya ves las cosas que nos hace el karma" y ya mientras sentía los colmillos en la garganta se echó un discurso larguísimo acerca del vegetarianismo y el porqué no era bueno esto de comer carne...
El león se divirtió tanto que pedia a sus leonas llevarle las zebras en ese modo, no tan despedazadas, más bien vivas, casi no heridas pero con alguna pata maltratada a fin de que no pudieran escapar, con cada zebra era una charla diferente, en cambio con sus leonas se aburría de lo lindo, las leonas sólo sabían de caza, de cómo cuidar a los cachorros, siempre pidiendo que las defendiera de las hienas y demás enemigos naturales, en cambio las zebras sabrá dios si por el miedo y las ganas de caerle tan pero tan bien, hacían lo posible con contarle historias que el león nunca se hubiera imaginado que pudieran existir, las zebras resultaban ser hembras autosuficientes y al zebro nada más lo utilizaban, no andaban tras de él y para nada que trabajaran para él. no señor!
León reía y reía, hasta que una leona empezó a notar que león pasaba más tiempo con las zebras que con ellas y como toda buena hembra, se enojó... estaba tan enojada que la próxima vez que fueron tras de una zebra para el león, sin dudarlo ni un momento, le clavó los dientes en el cuello, las otras leonas la miraban sin poder creer que había faltado a las órdenes del león, no se sabe aún si por la sangre, por la sensación de poder al ver que sus compañeras la veían de otro modo (siempre se ve de otro modo a los que se rebelan ante la autoridad) pero rugió con todas sus fuerzas y dijo: estoy harta, estoy harta de cazar para él...

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