ideas sueltas

su continuo moverse de un lado a otro era desgastante, como si cada paso que daba abriera sin misericordia el espacio dejando entrar millones de partículas que se iban apoderando de su cuerpo y de su interior, en estática eran sus ojos los que se movían haciendo lo mismo que hubieran hecho al caminar, era sólo durmiendo que la quietud podría rodearlo y era entonces que en realidad despertaba para ser parte de un mundo que no le exigía nada más que ser él mismo, sin disfraces ni voces fingidas, sin continuos andares que sólo lo llenaban de polvo, ese que provocaba cuando la luz del día lo arrancaba de su mondo real y debía moverse continuamente por fuerza, para que los demás no le cuestionaran qué carajo hacía en este mundo.

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