comerte

Un día imaginé que me volvía viento y llegaba hasta tu casa, una casa abstracta en una ciudad que no conocía, ni siquiera podía saber por donde llegar así que por muy viento que fuera, y por mucho que quisiera imaginarlo nada más di vueltas por ahí y regresé.
Pasaron los años y dejé de pensarte. La cotidianeidad te fue tragando y además parecía que realmente sólo existías en mi sueños.
Mientras el tiempo pasaba un día de improviso llegó una señal, parecía que siempre habías estado de frente a mí, bueno, casi de frente pero ya te había visto pasar, cerquita, conocía incluso tu voz y tu nombre. Te fuiste acercando, contra todo lo previsto tú también me buscabas, aunque ninguno de los dos buscaba nada, nos encontramos. Y fue entonces como así, ya sabiendo donde estás, sin imaginarme ser viento, atravesé el espacio que nos separa. Las cosas no son fáciles para algunos, sobretodo cuando valen la pena. Ya dormías cuando llegué, no quería molestar tu sueño pero verte así de sereno sólo hacía que las ganas de comerte fueran más grandes.

Comentarios

Entradas populares